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Éxodo 22 – 24   y   Lucas 11 – 12

“Mas serviréis al SEÑOR vuestro Dios, y El bendecirá tu pan y tu agua; y yo quitaré las enfermedades de en medio de ti. No habrá en tu tierra ninguna mujer que aborte ni que sea estéril; haré que se cumpla el número de tus días”, Éxodo 23:25-26.

¿Quién no se ha visto envuelto en los problemas propios de un proceso de construcción? Que los materiales, los obreros, los recursos financieros, las terminaciones, la electricidad, los permisos municipales, etc., etc. Edificar en cualquier área de la vida siempre involucra algún grado de tensión y dificultad. Sin embargo, todos los inconvenientes pueden reducirse hasta el punto de ser manejables cuando entendemos el principio y el fin de lo que estamos haciendo, y que con ambos puntos establecemos un proceso ordenado que permita tanto empezar como concretar la obra que nos hemos propuesto.

En el texto del encabezado vemos que el compromiso de Dios para con sus hijos es que ellos puedan vivir el proceso completo de la vida (“completaré el número de tus días”). Creo que todos llevamos impreso en el corazón el deseo de cristalizar un proyecto de vida, por eso es lamentable cuando vemos personas que por diferentes razones se convierten en proyectos truncos o por lo desmesurado de sus formas de vida tienen un trágico final.

Ahora, todo gran proyecto demanda tiempo, y el de la vida empieza con la concepción y termina con el último suspiro. Cada segundo cuenta pero todo tiene su tiempo. Cada nueva oportunidad de crecimiento que el Señor nos entrega, debe ir acompañada de la posibilidad de conducción por parte nuestra. Él podría darnos todo de un “porrazo”, pero debe esperarnos de acuerdo a nuestro propio desarrollo dentro del mismo proceso. Así lo hizo saber al pueblo de Israel con respecto al proyecto de entrada a la Tierra Prometida: “Y enviaré avispas delante de ti para que echen fuera al heveo, al cananeo y al heteo de delante de ti. No los echaré de delante de ti en un solo año, a fin de que la tierra no quede desolada y se multipliquen contra ti las bestias del campo. Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra”, Éxodo 23: 28-30.

Ladrillo sobre ladrillo se va levantando el muro y etapa tras etapa uno va concretando el proyecto; sin embargo, lo importante es que nosotros no seamos el limitante que impida alcanzar el total de la iniciativa del Señor. Él nos espera, pero nosotros debemos crecer dentro del mismo proceso para poder ir tomando posesión de lo que Dios nos entrega.

Ojo: Esto no significa que la obra del Señor queda reducida a nuestra propia intención y fortaleza. No, Él mismo dice: “Y fijaré tus límites…” (23.31a). Él desea ser el gran maestro de obra de la edificación de nuestra vida… pero necesita nuestra colaboración y rendición absoluta a su voluntad: “Pero si en verdad obedeces su voz y haces todo lo que yo digo, entonces seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios”, Éxodo 23:22. Justamente, la oración modelo de nuestro Señor Jesucristo, Lucas 11,  viene a ser como el contrato personal de compromiso. Incluye el respeto al Contratista: “santificado sea tu nombre”; la aceptación de que los planos los define Él: “Venga tu reino”;  la sujeción irrestricta al Gran Maestro de Obra: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”; el claro entendimiento de que es un proceso a nuestro favor: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”; la cláusula de clemencia ante nuestras torpezas: “Y perdónanos nuestros pecados… ”.

Consideraciones finales contractuales al Proyecto de Vida con Dios:

Primero: Hay que tener en cuenta que el Señor espera que vibremos con el plan y que `quememos´ etapas con rapidez y entusiasmo. El mayor involucramiento con nuestro proyecto de vida estará en la oración, invitando con insistencia al Señor a que concrete con sus “planos” su obra en nosotros. Muchos solo le pedimos consuelo al Señor para soportar y aceptar lo que somos; sin embargo, el Señor desea que lo alabemos por lo que Él sí puede hacer con los pocos materiales con que contamos. Pero debemos estar empeñados anímicamente con el proyecto: “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”,  Lucas 11: 9-10.

Segundo: Dios está preocupado hasta por el más mínimo detalle, “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Y sin embargo, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Es más, aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos”, Lucas 12: 6-7. Su preocupación no solo está en los ámbitos “celestiales o religiosos”, sino que involucra todas las áreas de nuestra vida: ” Vosotros, pues no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de beber, y no estéis preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. Mas buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas”, Lucas 12: 29-31.

Cláusula de advertencia: No debemos caer en el afán meramente materialista al pensar que la intención de Dios es realizar un proyecto que satisfaga meramente mis necesidades materiales.  ”Y les dijo: Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes”, Lucas 12:15.

El Señor está involucrado en el desarrollo de nuestras vidas de manera integral. ¿Cómo ves tu proyecto? ¿Está involucrado el Señor en todas sus etapas, o solo lo buscas cuando las cosas no funcionan? Nuestras vidas no nos pertenecen, son una concesión de Dios para que las administremos. Por eso es que Él no puede estar ajeno a nuestro desarrollo y a nuestras expectativas. Al final de los tiempos, Él nos pedirá cuentas: “A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán” Lucas 12:48b.

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