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Nota del editor: 

Coalición responde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región. Esta es la primera entrada.

Creo que esa es una pregunta que surge de manera recurrente en ciertos círculos de creyentes, sobre todo en culturas como las nuestras, en Latinoamérica, y dependiendo del trasfondo denominacional. Yo creo que la confusión de si la mujer puede o no puede usar pantalones viene de algo que aparece en la ley de Moisés, que realmente no tiene nada que ver con pantalones propiamente dicho.

La palabra de Dios especifica en Deuteronomio 22:5 que la mujer no debe usar ropa de varones y ni los hombres debe usar ropa de mujeres, pero en esa época ciertamente los hombres no andaban de pantalones tampoco. De manera que no había una alusión a lo que nosotros hoy conocemos como pantalones.

Yo sí creo que Dios desde el inicio ha querido dejar bien claro, ha demarcado lo que es el sexo masculino del sexo femenino, y eso es algo que nosotros tenemos que modelar; desde la forma de hablar, nuestros ademanes, y la forma de vestir. Entonces, no hace bien, no es de provecho para una generación joven, ver mujeres luciendo como si fueran hombres, o ver hombres luciendo como si fueran mujeres, porque no es propio del género que Dios le ha otorgado al uno o al otro.

Dios desde el principio ha demarcado lo que es el sexo masculino del sexo femenino, y eso es algo que nosotros debemos modelar

Entonces, en nuestras culturas, donde ya estamos habituados a pantalones y donde por mucho tiempo se pensó que los pantalones eran únicamente apropiados para hombres, algunos han concluido que la mujer no debiera usar pantalones. Sin embargo, yo quisiera ser sensible y decir que aquella mujer que ha de visitar lugares o iglesias donde esa  es su creencia, nosotros no debiéramos ser piedras de tropiezo para ellos, sino que debiéramos respetar eso, hasta que Dios pueda darles más iluminación en ese tema, y en ese sentido, y poder llegar a la misma conclusión a la que nosotros hemos llegado.

Yo creo que sensibilidad es algo vital para el creyente, y tenemos las instrucciones de Pablo en 1 Corintios 8, donde nos habla de otro tema que tenía que ver con comer o no carne sacrificada a los ídolos, pero donde él claramente nos dice que no debiéramos ser piedra de tropiezo para el hermano. Entonces, la ley del amor es lo que debe imperar en nosotros, la ley del amor de Cristo por el hermano; y eso es válido no solamente para los pantalones, sino para múltiples otras áreas donde tenemos diferencias.

Cuando vamos a visitar o vamos a ser parte de esa cultura, debiéramos conocer lo que ellos creen, lo que no creen, lo que aceptan o lo que rechazan, y no convertirnos nosotros en piedras de tropiezo y simplemente querer decir “esto es lo que yo creo”, “esto es lo que yo voy a hacer”,  y “esto lo que yo voy a imponer: ellos tienen que cambiar”. Eso no sería congruente con la ley del amor. Y yo creo que si hay algo que está claro, es que la ley del amor prevalece por encima de estas preferencias.

La ley del amor prevalece por encima de estas preferencias

No estamos hablando de un principio  de verdad, no vamos a negociar la verdad, pero hay preferencias, y esas preferencias tenemos que reconocerlas y respetarlas y respetar a ese hermano. Yo creo que aquel que es más espiritual o que piensa que es más espiritual, debiera responder con sensibilidad a aquellos de conciencias débiles.

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