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Este artículo no se trata de una sola cosa en particular. Y al mismo tiempo, se trata de una gran cantidad de cosas que ocurren en el Internet. Aquí está el pasaje bíblico sobre el cual quiero que reflexionemos por unos minutos:

No propagarás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso. No seguirás a la multitud para hacer el mal, ni testificarás en un pleito inclinándote a la multitud para pervertir la justicia. Tampoco serás parcial al pobre en su pleito. (Éxodo 23:1-3)

Yo veo al menos cuatro prohibiciones en estos versículos.

1. No difundan rumores falsos. Obviamente, esto significa que no debemos mentir sobre otras personas o inventar cuentos, cuando sabemos que no son ciertos. Pero también significa que debemos tener cuidado de no difundir rumores falsos, aunque honestamente hayamos pensado que eran verdaderos.  Es algo terrible arruinar la reputación de alguien. El haber cometido un error, sin haber tenido malas intenciones, pudiera hacernos sentir mejor acerca de nosotros mismos, pero para la persona a quien ahora el mundo desprecia, de nada le vale. Pecado, aún cuando no sean mal intencionado, es pecado. Por supuesto, todos cometemos errores. Podemos darnos cuenta luego que el informe que hemos difundido no era la verdad que pensábamos. Pero en esos casos desafortunados, ¿anunciaremos a los cuatro vientos la versión correcta, tal como difundimos el error inicial?

2. No sean testigos maliciosos. Aún cuando pienses que la persona a quien estás atacando es un patán horrible y repugnante, los fines no justifican los medios. Hay un gran número de anunciantes indignados, ​​al igual que muchos profetas que lloran por los débiles y heridos, que harían bien en considerar si su verdadera pasión es hacer daño, difamar, y buscar venganza para devorar y destruir, más que el de buscar las cosas que fomentan la unidad, la pureza y la paz. ¿Cuántos “campeones de la verdad” y “campeones de los marginados” no han ganado sus elevados títulos aplastando más que levantando?

3. No asuman que la mayoría siempre está en lo correcto. Dios nos advierte en contra de ponernos del lado de los muchos, solo porque son muchos. ¿Qué hacer, cuando todo el mundo sabe que el atleta está tomando drogas para mejorar su rendimiento, que el político es un ladrón, que el pastor es un bravucón, que el famoso es un adicto, que el amigo es una farsante, y que el dueño del negocio no tiene escrúpulos? Bueno, si en realidad no conoces los detalles, entonces probablemente lo mejor que puedas hacer es mantener la boca cerrada.

La gente no es siempre lo que con frecuencia aparenta ser; muchas veces son peores, pero algunas veces son mejores. Estamos seguros de que la información negativa que acabamos de leer en Twitter acerca del policía debe ser verdad, porque por supuesto, sabemos que no debemos confiar en policías. No dudamos en pasar la voz acerca de los últimos chismes sobre el pasado de la víctima de los disparos, porque ya sabemos la clase de personas que son esas.  Muchos de nosotros ya hemos trazado nuestras líneas bien marcadas, que indican de que lado estamos.  Nos hemos hecho una lista mental de los buenos y los malos. Leemos los acontecimientos del día con una poderosa narrativa ya predispuesta.  Pero la mayoría no siempre tiene la razón, y mucho menos cuando nos basamos en “lo que todo el mundo sabe”, y de acuerdo al laberinto de nuestras mentes.

4. No asuman que el menospreciado siempre está en lo cierto. Dios también nos advierte acerca de ponernos del lado de los pobres solo porque son pobres. La versión de tu justicia cósmica no es excusa para perpetuar una injusticia territorial. Aquí es donde la era de la indignación del Internet hace las cosas increíblemente difíciles. Esta es la escena que se repite una y otra vez: Se alega que la persona / organización / institución A, de gran poder, ha hecho algo terrible para oprimir a la persona / organización / institución B. Las acusaciones suenan muy mal.  De ser verdad, esto demanda gritos de ira e indignación. Pero ¿qué tal si aún no está claro que los presuntos crímenes o delitos en verdad se llevaron a cabo? ¿Qué pasaría si hubiera otra versión de la historia que no se ha escuchado? ¿Qué tal si la verdadera historia no es real en lo absoluto? ¿Acaso no llama la sabiduría a la cautela y a la paciencia? Pero, por supuesto, la cautela y la paciencia, en estos casos, a menudo se ven como que estamos tomando lado con el poderoso, o que le estamos añadiendo dolor a la víctima. Entonces, nos vemos obligados a condenar presuntos delincuentes para no ser vistos como culpables de apoyar los crímenes en sí. Sin duda, el trato preferencial hacia los poderosos es despreciable. Pero eso no hace que el trato preferencial a los pobres sea menos deshonroso.

Por favor hermanos y hermanas, les suplico que seamos más cuidadosos con nuestras palabras. Dejemos que nuestros blogs sean basados en el conocimiento y nuestros tweets en hechos bien fundados. Seamos entre los últimos en decir lo que pensamos, si no somos uno de los primeros en conocer la verdad. No confundamos una información de los medios sociales con una investigación real. El oír un informe no es lo mismo que el derecho a hablar.

Cada escritor de blog, cada tuitero, cada cristiano en esta era digital haría bien en orar usando la explicación que da el noveno mandamiento del Catecismo de Heidelberg:

La voluntad de Dios es que nunca de falso testimonio en contra de nadie, que no tergiverse las palabras de nadie, que no paraticipe en chismes ni calumnias, y que no me una a nadie para condenar, sin una audiencia o causa justa. Mas bien, en los tribunales y en todas partes, debo evitar la mentira y el engaño de cualquier tipo; estos son estratagemas que el mismo diablo utiliza, y que evocan la  intensa ira de Dios.  Debo amar la verdad, hablarla con franqueza y reconocerla abiertamente. Y debo hacer lo posible para proteger y promover el buen nombre de mi prójimo. (P / R 112)

Me suena bien.  Suena como la Ley de Moisés en Éxodo 23.  Suena también como Jesús.  Señor, ayúdanos a mostrarle al mundo un camino mejor.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Andreina Lopez.
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