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“Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio” (Salmo 144:12).

Por lo que podemos ver en este versículo, las mujeres estamos llamadas a ser columnas, pero, ¡no somos objetos inanimados! Entonces, ¿qué nos quiere decir este verso? La arquitectura nos puede ayudar entender. La columna es una estructura que aguanta el peso del techo, transmitiéndolo al fundamento del edificio. No importa cómo luzca por fuera, siempre y cuando pueda soportar el peso, puesto que su trabajo primario es el de soportar y transmitir. Además, las columnas soportan la casa durante las tormentas, pues no es solamente el peso del techo, sino cualquier otra “ofensa” que la vida envíe, como las lluvias, nevadas, huracanes, terremotos y demás. La mujer entonces debe ser la columna de su casa. ¿Como se hace esto? El cerebro femenino está biológicamente programado para la conexión, para mantener la armonía. Las mujeres “prefieren” evitar el conflicto, porque las discordias chocan con su deseo natural a mantener esta conexión, a recibir aprobación y a nutrir. Los genes, combinado con las hormonas, han creado en ella la realidad que “la conexión social es el meollo de su ser”. Es este el diseño necesario para lograr el amor del que nos habla 1 Corintios 13:7, un amor que “todo lo soporta”. Esta función de “columnas” debe ser manifestada en cualquier “edificio” en que habitas: sea la iglesia, el trabajo, etc.  Por tanto, necesitamos formar nuestro carácter para poder llegar a ser estas columnas. Cuando reflejamos a Cristo, las personas alrededor de nosotros sienten a nuestro Señor morar en medio nuestro.

Columnas, techos y fundamento

Siguiendo con el ejemplo de la arquitectura, ¿cuál sería la función del techo? El techo nos protege de los elementos de la vida, de las diferentes adversidades que quieran entrar a nuestro hogar. Para los cristianos, el techo es la salvación que nos da nuestro Dios. Nada nos puede tocar a no ser que nuestro Señor lo permita, y Él usará todo para nuestra bien (Romanos 8:28). Es a través de las mismas tormentas de la vida que Él está preparándonos para proteger la familia, y al mismo tiempo formando nuestro carácter. El fundamento, por su parte, es nuestra fortaleza, Jesucristo. Él es la roca solida sobre la cual edificamos nuestras casas, y la salvación que Él nos regaló nos protege de las tormentas de la vida. El cerebro femenino tiene una aptitud única y tremenda para conectar profundamente en amistad. Posee además una gran agilidad verbal, y una capacidad que a veces parece psíquica de leer las expresiones faciales y el tono de voz para entender a otros. Estas características están para ser usadas para eliminar conflictos y mantener la armonía. Cuando la mujer está trabajando según su diseño, transmitiendo las ofensas hacia el fundamento, Jesucristo, no importa si estas ofensas vienen desde adentro o desde afuera, la estructura de su hogar está fortalecida.

¿Cómo puedo yo actuar como columna para mi familia?

El Señor nos diseñó de tal forma que si desarrollamos nuestro carácter caminando con Él, y en el poder del Espíritu Santo, podemos transmitir cualquier peso a nuestro fundamento y roca, Jesucristo. Él es el único que puede mantener la casa en pie durante las tormentas, pero Él nos da la bendición de ser usadas por Él en mantener la casa unificada. La analogía de las columnas no es perfecta, porque en nuestras vidas la columna no es lo que mantiene el techo, sino que es el fundamento: Jesucristo mantiene las columnas de pie y el techo en su sitio.

¿Cuáles son las “columnas” de una mujer?  

Yo elegí 6 para hoy:

  • Amor
  • Compasión
  • Sumisión
  • Ayuda idónea
  • Domesticidad
  • Gracia.

La primera columna es el amor, pero no cualquier amor, sino el amor ágape de Dios, el amor incondicional. Como 1 Juan 4:8 nos dice que “Dios es amor”, entonces, ¡el amor es la misma esencia de nuestro Dios! El amor incluye nutrir y cuidar a aquellos alrededor de nosotros en la misma forma que nuestro Señor cuida de nosotros. Hablamos de un amor que mantiene los compromisos aun cuando nuestra familia sea infiel, no porque ellos lo merecen, sino para que ellos pueden ver la fidelidad de Dios a través de nosotros en su vida. La compasión. La mujer es quien demuestra esto mejor. Nuestro Dios es “clemente y compasivo” (2 Crónicas 30:9), y a través de nosotras, nuestra familia puede ver esta cualidad en acción. La gracia tiene que formar parte de todo lo que hacemos. ¿Qué es la gracia? Es recibir el bien que no merecemos. Nosotros hemos sido salvos por gracia (Efesios 2:8), y Dios espera que nosotros tengamos gracia con otros, (Efesios 2:7), a través de nuestros acciones… Efesios 2:10 “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras…”. Es a través de nuestras obras de gracia que los siglos venideros conocerán la gracia de nuestro Dios. La sumisión es una cualidad de la que todo el mundo necesita participar, aun los hombres (Efesios 5:21); pero la mujer tiene un llamado especial en esta área, “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor” Efesios 5:22. La sumisión bíblica solamente es posible en una persona confiada en su Dios.

El mundo nunca guiará a las mujeres a ser sumisas, porque la sumisión es vista como una debilidad, cuando en realidad es una fortaleza muy poderosa en las manos del Señor. Es más fácil pelear con nuestros esposos que someternos cuando creemos que él está errado. Esto involucra paciencia y sabiduría al saber cuándo hablar. ¿Nunca has pensado por qué en Efesios 5 el mandato a los esposos fue amar a sus esposas, y a las esposas respetar a sus esposos? El Señor conoce lo que Él ha fabricado. Las áreas cerebrales de agresión son más grandes en el hombre, y son estimuladas por la testosterona. ¿Por qué? Porque él fue creado como el protector. Si le preguntas a un esposo qué prefiere entre ser amado y respetado, ¡siempre van a elegir el respeto! Cuando uno respeta a su esposo, él se siente amado. La ayuda idónea o Ezer. Esta palabra es usada 21 veces en el Antiguo Testamento, 2 para las mujeres, 16 para Dios como ayuda en sentido militar y 3 en los profetas también como una ayuda militar.

Esto no se refiere a inferioridad, sino a una ayuda que completa algo que falta en el otro, representando trabajar en comunidad. En este caso, la mujer añade la compasión. El diseño de ayudadora no es lo que hacemos, sino es quiénes somos. La domesticidad es una columna que ha perdido su valor en nuestra generación, y estamos viviendo las consecuencias. El valor de la familia y la educación de nuestros hijos ha sido delegado a un segundo plano. La mujer moderna piensa que ella necesita realizarse; necesita tiempo para ella misma, y hay “nannys” para cuidar los niños. Por tal razón, la educación de nuestros hijos ha sido delegado a las niñeras y a las escuelas. Los niños pasan más tiempo con ellos que con nosotros. ¿Como puedo yo tener un hijo sabio? Enseñándole los valores que he aprendido.

Observa lo que dice Proverbios 31:1 “Palabras del rey Lemuel, oráculo que le enseñó su madre”. El rey Lemuel es Salomón, y su madre, Betsabé. A pesar de sus grandes errores en su juventud, ella sabía que le tocaba enseñar a su hijo, ¡para que él no tuviera que vivir las consecuencias que ella vivió!

¿Qué pasa si no somos columnas?

Proverbios 14:1 nos dice que “La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba”. ¿Cómo es que yo puedo derrumbar mi casa con mis propias manos? Yo la destruyo con mis acciones. ¡Cuando yo no estoy viviendo como columna, mi casa no tiene el soporte de Jesús y se derrumba! La mujer es el “cemento” de su casa. El poder de la influencia de la mujer es abrumador. Tal vez por esto Satanás fue a Eva y no a Adán. Satanás sabía que el mandato a no comer del árbol fue dado a Adán antes de que Eva fuera creada, e ir donde Adán no tenía sentido porque él no quería desobedecer a Dios. Pero ir donde su esposa tenia más sentido, porque ella podía influenciar su esposo, poniendo a Adán en una disyuntiva: tomar el camino de Dios o el de mi esposa, a quien Dios mismo me mandó a amar. No hay nada nuevo debajo del sol, y Satanás hace lo mismo hoy. Yo puedo influenciar a mi familia para el bien, y fortalecer mi casa, o para el mal, y derrumbar mi casa. La familia es muy importante a Dios; Él la instituyó aun antes de la iglesia, y es donde nosotros deberemos conocer a Dios y vivir la misma naturaleza y carácter de Él en nuestras relaciones. El corazón del plan de Dios es que primero amemos y confiemos en Dios a manera personal, y luego con nuestras familias; y entonces permitir que este amor por Él se desborde sobre ellas.

Mi vida en publico es solo tan válida como mi vida en privado. La familia es el marco de trabajo más importante, donde nuestra servicio es autentico, y es la oportunidad mayor para llenar necesidades en Su nombre. El Señor nos ha dado el rol de edificar nuestras casas, y puede ser que tenga áreas donde estoy edificando, pero otras donde estoy derrumbando. Lo que he hecho mal, puedo pedir perdón y cambiar, y lo que he hecho bien, no solamente seguir sino mejorarlo.  Para nosotras, las cristianas, deberemos dar honor a nuestro Dios, primero experimentando personalmente la belleza de Su diseño, y luego siendo un ejemplo a otros. Y esto no solamente es para otras, ¡es también un regalo que presentamos al mismo Diseñador!

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