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Aunque el Señor es omnipotente y capaz de forzarnos a hacer lo que Él quiere, esta no es la forma en la que Él usualmente trabaja. Él es un Dios amoroso que siempre demuestra Su señorío, pero pacientemente nos guía a aceptarlo. Soltar el control, aun a un ser perfecto y todopoderoso, es difícil, porque necesitamos aprender a confiar en Él.

Desde el nacimiento, nuestro deseo en la vida es ser autosuficientes y ser el centro del universo. Pero como cada objeto solamente puede tener un centro, el mundo no puede tener millones de ellos, y esta es la razón por la que vivimos en un mundo que parece caótico. Si no fuera por el centro real, Dios, que es capaz de todo, el mundo desaparecería por esta misma falta del centro en las mentes de aquellas que habiten en él.

La razón por la que la vida no tiene propósito para el no creyente es exactamente esa, no dan lugar al centro real y todo entonces parece ser sin sentido. A los creyentes, el Señor les ha dado el privilegio de contar con Su cuidado, y Él nos ayuda y nos enseña cómo confiar en Él. Esta confianza tiene diferentes etapas por las que uno aprende a confiar en Él. Nuestra cosmovisión es errada cuando llegamos a Cristo: tenemos que cambiarla para entender la realidad…yo no soy el centro sino Dios. Yo pensaba que estaba sentada en el trono de mi vida, y tengo que desocupar este lugar y dárselo a Cristo.

La única forma de hacerlo es cambiando mi cosmovisión, y Dios, con Su paciencia y sabiduría, me ayuda a dar los pasos necesarios para que Él ocupe su debido lugar. El primer paso es cuando le invito a Él a compartir el trono. Como sigo dirigiendo mi vida, yo le pido que se siente en mis rodillas.

Yo quiero que Él sea parte de mi vida, pero no estoy lista todavía para dejar el control. ¿Cómo se ve esto en mi vida? Ya yo tengo el gozo de saber que hay un Dios que me ama, que cuando muera voy al cielo, pero todavía no me doy cuenta de que aun aquí Él quiere que yo haga solamente lo que Él quiere. En mi mente, yo reconozco que Él es Dios; y aunque digo con mi boca que Él está en control, mi vida todavía me pertenece y quiero que Él bendiga mis planes.

Yo quiero sus bendiciones, pero todavía no me doy cuenta de que yo necesito dejar mis planes atrás y abrazar Sus planes para mi vida. El problema con Él sentado en mis rodillas es que es demasiado pesado y no puedo respirar, y con el tiempo le pido que se siente a mi lado. En algunas cosas me estoy dando cuenta de que Él tiene planes para mi vida, y entonces estoy comenzando a ver cómo yo puedo combinar Sus planes con los míos. Me doy cuenta de que tengo que cambiar mis planes pero todavía son mis planes y no Suyos.

Estoy un paso más cerca de lo que Él quiere, pero todavía estoy confundida creyendo que estoy obedeciéndolo. Claro, Él quiere bendecirme, hay tantos versículos que me lo dicen como Proverbios 10:6 “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo”, o Romanos 10:12 “No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan”. ¿No estoy orando? ¿No estoy pidiendo que Él bendiga mis planes? ¿No es a Él a quien quiero glorificar? 1 Juan 5:14-15 me dice “Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido”. Pero cuando mis planes no se dan entonces tengo que llegar a la única conclusión posible. Sí es verdad que Él es todopoderoso, sí es verdad que Él es fiel, sí es verdad que Él tiene su oído inclinado para escuchar mis oraciones, sí es verdad que Él contesta todas mis oraciones, entonces su respuesta es no y tengo que preguntarme ¿por qué? Porque mi oración y por ende mis planes no eran conforme a su voluntad.

Ahora es cuando me doy cuenta de que Él es demasiado grande para compartir el trono, y yo necesito quitarme del trono y sentarme sobre Sus rodillas. Él está haciendo el trabajo y podemos confiar en Él porque Filipenses 1:6 nos dice “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”.

Él completará el trabajo, lo que Él quiere es nuestra disposición. Cuando yo insisto en quedarme en Su trono, nunca entenderé su grandeza y su poder, y dudaré de su amor. Él es el único suficientemente grande como para controlar mi vida. Yo no tengo la sabiduría ni la fuerza. Mateo 11:28-30 “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera”. Cuando aprenda esto tendré descanso.

Te ruego descansas en Él y así podrás disfrutar del paisaje en este viaje de tu fe.

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