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Hay razones buenas y malas para dejar una iglesia. ¿Te mudas a otra ciudad? Esa es una buena razón. ¿Estás guardando rencor hacia alguien que te ha ofendido? Esa es una mala razón. ¿En la iglesia no se predican semana tras semana sermones bíblicos? Una buena razón. ¿No te gusta el estilo de la iglesia? Probablemente una mala.

Así que, ¿cómo debemos responder a un miembro que se quiere ir de la iglesia por lo que pareciera una mala razón?

Esta pregunta plantea una serie de cuestiones teológicas difíciles, tales como hasta qué punto se extiende la autoridad de la iglesia, o cuánto peso se debe dar a las preferencias culturales. También hay cuestiones pastorales difíciles, como saber de qué manera diferenciar entre una persona que ha sido herida y un necio.

Por medio de consejos prácticos, intentaré ilustar algo de esta dificultad teológica y pastoral. A continuación algunas maneras erróneas sobre cómo responder a la salida de un miembro de la iglesia por malas razones, junto con sugerencias sobre cómo serían algunas mejores respuestas:


Mala respuesta: “Oh”. Esta es la falta de respuesta. Esta es la respuesta de “no me importa” o “necesito su aprobación, de modo que no voy a decir nada”. No estoy diciendo que nunca es correcto reservarnos nuestra opinión. Solo estoy diciendo que el miedo al hombre o la falta de amor no debe motivarnos a quedarnos callados.

Mejor respuesta: “¿Por qué te vas? ¿Puedo ayudarte a analizar este problema?”. El amor se interesa y hace preguntas. El amor reconoce que somos responsables del discipulado de los otros miembros de la iglesia e investiga. El amor no le teme a la gente a la que no le agradas. Está dispuesto a hacer la pregunta incómoda y ofrecer el consejo para su bien.

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Mala respuesta: “No tienes permiso para irte”. Jesús no dio autoridad a las iglesias para evitar que la gente saliera y se uniera a otra iglesia. Les dio la autoridad para disciplinar a un cristiano por pecado no arrepentido, pero a menos que tu congregación le vaya a disciplinar, no creo que tenga la autoridad para insistir en que se queden. Dicho esto, creo que es legítimo decir que “no” a la propuesta de irse cuando un individuo no tiene planes de unirse a otra iglesia. Esto es en el caso de alguien que esté caminando en un pecado no arrepentido.

Mejor respuesta: “A menos que la iglesia esté tomando pasos en una disciplina, eres libre para irte”. No tienes que decirle a una persona que se va por una mala razón, aunque es prudente hacerlo. Pero igual hay que recordar que es permitido.

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Mala respuesta: “Sus razones para salir son inmaduras”. Una vez más, yo no diría que no debes decir esto en alguna ocasión. Pero, en general es preferible ayudar a las personas a adquirir una mejor comprensión de lo que debe valorar en una iglesia, en lugar de reprenderlos porque valoran cosas equivocadas.

Mejor respuesta: “¿Cómo te ha ayudado te ha ayudado la Biblia a pensar sobre lo que debe buscar en una iglesia?”. Ayúdeles a ver que la Palabra de Dios da prioridad a cosas como la predicación de la Palabra, la centralidad del evangelio de Cristo en todo, y un liderazgo sabio y amoroso. Además, ayúdales a ver que nuestras iglesias son familias, donde seguimos la amorosa encomienda de Cristo de discipularnos. No son clubs sociales a los que las personas van y vienen por los beneficios.

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Mala respuesta: “Bueno, no se puede ser amigo de todo el mundo”. Si descubres que tienen relaciones sin reconciliar o que hay rencor, no ayudes a ocultarlo o ignorarlo. Este tipo de cosas son grandes problemas. Deben ser tratados. Eso no quiere decir que cada relación rota se puede arreglar antes de que estemos en gloria. Una persona podría haber determinado sabiamente que cierta relación no puede ser arreglada (Rom.12:18). Sin embargo, no se debe huir de los problemas.

Mejor respuesta: “Te animo a que intentes reconciliar esas relaciones antes de que decidas irte o no”.

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Mala respuesta: “¿Qué podemos cambiar en nuestra iglesia para que te sea mejor?”. A veces a la gente simplemente no le va a gustar tu iglesia. A veces van a molestarse e incluso enojarse por cosas insignificantes. Y no es el trabajo de la iglesia, o el trabajo de un pastor, atender cada queja. Así no es cómo funciona el liderazgo bíblico. A cierto nivel, un pastor tiene que entender que está bien que la gente se vaya, y no tener miedo a esta posibilidad. Si se siente amenazado personalmente cada vez que alguien quiere ir a otro lado, es posible que deba examinar su propio corazón.

Mejor respuesta: “Tal vez otra iglesia sería un mejor lugar para que puedas crecer”. ¡Y realmente podría serlo! ¡Gloria a Dios que tiene más iglesias en tu ciudad que solo la tuya! Si la gente está dejando la iglesia por razones inmaduras, es posible alentarlos a reconsiderar; pero también debes afirmar tu amor por ellos al decirles que son bienvenidos si regresan, y bendícelos a medida que se van.


Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en 9Marks.
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