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El mundo fue puesto en pausa. Las redes sociales distribuían la información más rápido que ningún otro medio: el vuelo MH-17 de Malaysia Airlines había sido interceptado por un misil militar en el cielo ucraniano. No había ningún sobreviviente entre los 295 pasajeros. “Quedan sus cartas, sus libros y su ropa, y la evidencia de una tragedia inmensa”, dice CNN en español. Nadie estaba preparado para eso.

No pensamos en la muerte como un acontecimiento inmediato, y no hacemos planes para encontrarla. Pero ahí está, más cercana a nosotros de lo que podemos imaginar. Nos desgarra el alma ver a miles llorar esta tragedia aérea. Lloramos con ellos. Nos dolemos, y damos nuestro pésame con un silencio reverencial. En cierta manera, encontrarnos con la muerte y el dolor no es algo nuevo para nosotros. Esta realidad nos rodea, nos encuentra cada mañana al leer el periódico y ver el noticiario. Aunque no siempre fue así. Y hasta en nuestro interior pensamos que la muerte no debería existir, que es algo malo, trágico y hasta una maldición.

Déjame decirte algo: lo es.

El hombre no fue creado para morir. El relato de Génesis sobre la creación del hombre nos enseña que fue creado para glorificar a Dios, obedeciéndole y viviendo en plena comunión con Él, gozando de Dios para siempre.

Entonces, ¿por qué la muerte? ¿Por qué un mundo de violencia? ¿Por qué familias son destrozadas en medio de conflictos políticos y militares? ¿Por qué una madre ve morir a su hijo de una manera tan devastadora? No es fácil ver con claridad una respuesta en medio de tanto dolor, pero la respuesta sí existe, y es una sola palabra: pecado. Dios había diseñado para el hombre un huerto que rebosaba en bendición, donde el ser humano podía hallar su alimento. Solo le ordenó que del árbol del conocimiento del bien y del mal no comiese, porque ciertamente moriría. El hombre comió y pecó, dándole la espalda a Dios. Por causa del pecado, la humanidad entera cayó bajo maldición en Adán, fuimos separados de Dios y la muerte entró al mundo. Ya nada es igual. Desde ese momento el hermano es homicida de su hermano. La imagen de Dios en el hombre fue corrompida y cayó en una depravación total. Guerras, hambre, muerte, dolor, llanto y toda clase de males han venido sucediéndose en la historia, y continuarán cada vez más, así como aumentan las contracciones de la mujer que está en trabajo de parto. El pecado es la causa de toda la maldad que hay en el mundo.

El avión MH370 que desaparece con 239 tripulantes sin dejar rastros; el vuelo MH17 con 295 pasajeros destruido por un mísil de guerra; el avión de Air Algerie con 118 pasajeros estrellándose al este de Mali sin ningún sobreviviente. Estas grandes desdichas son recordatorios del daño y la tragedia mayor de la existencia: el pecado.

El castigo por el pecado es un castigo eterno, porque la ofensa del pecado es a un Ser eterno y justo, que no dejará al culpable sin castigo. Y delante de Dios todos somos culpables: desde Adán hasta el último hombre en la tierra. Pero Dios no se quedó al margen de este panorama caótico. Él amó tanto al mundo que proveyó una solución al problema del pecado. Él mismo se hizo hombre y vivió una vida perfecta, sin pecado, y murió en una cruz como un pecador, pagando nuestro pecado, siendo sepultado y resucitando de entre los muertos al tercer día, satisfaciendo la justicia perfecta en esa cruz, y otorgándonos el regalo de la vida eterna a todo aquel que se arrepienta de su pecado y crea en Él como su salvador. Hay esperanza en Jesucristo para el hombre pecador.

Quizás no conoces a nadie que haya viajado en uno de esos aviones y no te afecte tanto la noticia. A decir verdad, yo no conocí a ninguno de esos pasajeros. Pero me duelo con ellos. Las Escrituras nos enseñan a tener esa actitud de empatía hacia el que sufre, así como también nos enseñan que la causa del sufrimiento es el pecado y que la respuesta de Dios es el evangelio. ¿Compartirás esta buena noticia?

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