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Respuestas a 7 objeciones comunes en contra de las misiones a largo plazo

Durante las casi 500 reuniones que organicé para levantar apoyo para servir como misionero en Alemania, pude ver un cuadro del sentimiento evangélico actual hacia las misiones transculturales a largo plazo. Muchas cosas emocionantes están sucediendo hoy en el mundo evangélico, ya sea en el ministerio a corto plazo, la plantación de iglesias o la ampliación de nuestra conciencia social. Sin embargo, no logro evitar llegar a la conclusión de que en el mundo evangélico se ha dado un cambio importante con respecto a las misiones. Una y otra vez, me encontré con gente inteligente, tanto láicos como pastores, que afirmaban apasionadamente que el trabajo transcultural a largo plazo “ya no es la forma en que Dios hace las cosas”.

Los argumentos han llegado de muchos rincones pero independientemente de la fuente, la siguiente generación de misioneros transculturales a largo plazo parece estar escuchando. He oído a menudo acerca de personas que, en esencia, han sido sacados de su llamado por sus “razonamientos lógicos”. Cualquier persona que se preocupe por la misión de Dios a las naciones debería estar interesado en las ideas que están siendo utilizadas para derribar 20 siglos de precedente en las misiones. Así que permítanme presentarles brevemente las objeciones más populares en contra de las misiones a largo plazo y también ofrecerles una forma alternativa de mirar cada una de ellas.

1. Las misiones transculturales a largo plazo destruyen las otras culturas.

En contraste con la forma en que el capitalismo, las franquicias y los medios de comunicación estadounidenses animan a la gente a usar las mismos productos, a ver los mismos programas de televisión y adorar a los mismos ídolos culturales, históricamente, los misioneros cristianos han ido en la vanguardia de la lingüística, el estudio de la cultura local y la contextualización de la fe de una manera verdaderamente nativa. Al igual que cualquier otra rama del ministerio cristiano, el labor de las misiones internacionales ha sufrido episodios vergonzosos y lamentables, pero en muchos casos los misioneros cristianos son unos de los pocos interesados en la conservación del idioma, e incluso de toda una cultura, en medio del efecto homogeneizante de la globalización.

2. Se basan en una teología anticuada.

Si las misiones ya no nos conciernen, debemos pensar que (de una u otra forma) el mismo evangelio ya no es necesario ni urgente. Sin embargo, en la medida en que pensemos que la propagación del evangelio ya no es necesaria ni urgente, ya no seremos verdaderamente cristianos.

3. Son innecesariamente ofensivas.

El Príncipe de la Paz mismo ofendió a la gente cuando predicó el evangelio. Por supuesto, los cristianos a veces ofenden a otros por pura grosería y donde eso ocurra debe ser reprendido. Pero si nuestra versión del cristianismo no ofende a nuestros amigos no creyentes, aunque lo articulemos civilmente y de manera prudente, tenemos una buena razón para preguntarnos si lo que estamos explicando es realmente el cristianismo.

4. Los equipos de corto plazo pueden hacer lo mismo, pero de manera más eficiente.

En cualquier otro campo de la actividad humana, ya sea medicina, contabilidad o enseñanza, aceptamos que una persona necesita educación y experiencia para hacer bien su trabajo. No obstante, es cada vez más popular la idea que todo el mundo, sin importar su compromiso, educación o experiencia, puede explicar el evangelio a las personas de una cultura diferente igual de bien. Esta es una especie de insulto para los no evangelizados. Este punto de vista da testimonio de nuestra creencia de que las personas más allá de nuestro barrio o fronteras son de alguna manera menos sofisticadas o más fácilmente atraídas que nosotros. El trabajo real toma tiempo real y las personas reales merecen nuestra atención a largo plazo.

5. Es mucho más eficaz simplemente financiar a los nacionales de otros países.

Esta es la teoría más popular e importante. Se trata de una falsa dicotomía, pues cabe tanto apoyar a los nacionales como enviar a nuestra propia gente a largo plazo. Sin embargo, considere los problemas con esta idea cuando se utiliza como estrategia primaria para todas las misiones:

1) Algunos de los países más necesitados espiritualmente en el mundo (Corea del Norte, Somalia, Yemen y otros) no podrán ser alcanzado por este método, ya que no tienen cristianos a los cuales apoyar. Así que esta estrategia tan popular siempre pasará por alto los pueblos no alcanzados que más necesitan misiones innovadoras en el exterior.

2) Los cristianos en muchos países (por ejemplo, la India) provienen de un sector de la sociedad con la que la mayoría de los demás no se relacionan. Sería excelente apoyar a un Dalit de la India (y conozco a algunos de los grandes), pero sería poco visionario esperar que puedan alcanzar a los brahmanes de la India.

3) Uno puede pagar el salario de un pastor del Mundo Mayoritario, pero cuando la congregación de dicho pastor quiera realizar obras transculturales a largo plazo ellos mismos, no van a ser capaces de hacerlo de igual manera. Así que este enfoque no pasa una de las primeras pruebas del éxito de una misión: la capacidad de reproducirse. En el mejor de los casos conduce a un paternalismo; en el peor, lleva a la corrupción.

4) Este punto de vista asume que un extranjero nunca podría ser tan hábil en llegar a cierta cultura como un conocedor de esa cultura, sin embargo, una y otra vez se ha demostrado que esta tesis es falsa. Los forasteros deben examinar todo de cerca, de la gramática a la etiqueta, y esta intensidad combinada con los grandes esfuerzos que deben realizar los misioneros para servir en primer lugar, puede hacerlos poderosos evangelistas incluso siendo forasteros.

5) Por último, la idea extingue el mandato que Cristo dio de ir a todo el mundo—incluyendo la parte del mundo que no vive en su propio país—para proclamar su nombre a aquellos que nunca lo han escuchado.

6. Distraen a la gente de las necesidades de nuestra propia nación.

Esta es una idea irónica porque el movimiento misional, el cual se preocupa justamente por alcanzar a los propios vecinos, nació del deseo de que la gente hiciera en casa lo que veían hacer a los misioneros en el extranjero. Así que al abandonar todo esfuerzo por hacer misiones transculturales a largo plazo, muchas iglesias se alejan de la misma empresa que en primer lugar los llevó a conocer, y con el tiempo a abrazar, los ideales misionales.

7. Dado que personas de todas las naciones han emigrado a las ciudades de los Estados Unidos, sería más rentable y estratégico quedarse y alcanzarlos aquí.

Es cierto que Dios alcanza poblaciones de la diáspora en los Estados Unidos, pero seríamos ingenuos al pensar que todos los demás simplemente serán alcanzados como resultado de esto. Puedo pensar, por ejemplo, en docenas de alemanes que han venido a la fe en los Estados Unidos, pero muchos se han quedado allí, tal como lo sugiere el fenómeno sociológico de emigración de profesionales capaces. Esto deja decenas de millones de alemanes no evangelizados y la dificultad y la imposibilidad de ir a ellos no parece ser un argumento particularmente cristiano a la luz de la dificultad con la que Cristo llevó a cabo su misión para con nosotros.

El esfuerzo para extinguir el impulso misionero de la iglesia—aunque se formule con el vocabulario benigno de la eficiencia o la metodología—pertenece a la clase más sub-cristiana de decadencia teológica. Por una serie de razones retóricamente eficaces, esta forma de pensar nos pide que nos alejemos de 20 siglos de precedente misionero y del mismo corazón que movió a Dios a enviar a su propio Hijo al mundo. Muchas personas en la actualidad creen que Dios ya no se ocupa en enviar misioneros a largo plazo a todo el mundo. Espero que estas breves respuestas le ayuden en sus esfuerzos por reconquistar esas mentes y esos futuros misioneros, por el amor de Cristo.


Este artículo fue publicado originalmente el 26 de septiembre 2012 para The Gospel Coalition. Traducido por Daniel Lobo.
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